Si tuviera que titular esta crónica de algún modo, dudaría entre “El poder del monofásico” y “Crepitan los vinilos en Sevilla”.

Aunque las crónicas de los grandes eventos son siempre bien recibidas, no son de menospreciar las de aquellos eventos de menor presupuesto y con muchísimo menos asistencia de público por las características del recinto donde se celebre. Muchas veces en un local de copas pequeño, con una capacidad máxima de 100 personas, puede producirse un hecho de enorme valor y de una belleza tan digna de comentar como en los macro conciertos con miles de personas, presupuestos altísimos y primeros nombres de la escena de la música.

Aquí, en el corazón latente de la ciudad de Sevilla, en un enclave histórico, pudimos disfrutar, unos cuantos privilegiados, de una sesión de buena música jamaicana pinchada exclusivamente en vinilo. A los platos, los selectores Bangarang Sound y Ball of Fyah, dos nombres ya conocidos en la capital de Andalucía por su saber hacer en tarima.

Con unos medios sencillos y humildes, en un local modesto, supieron estrujar las posibilidades de los platos, la mesa de mezclas y el poder de un altavoz monofásico para sacar a los asistentes unos pasos de baile y unas sonrisas con temazos clásicos y otros no tanto. Si esto lo hacen en una sesión tan limitada, que nadie se escandalice si en una sesión de gran envergadura se desmarcan y sorprenden con un arsenal de temas bien pinchados capaces de hacer temblar hasta los cimientos de la Giralda.